“Lo que posees acabará poseyéndote”, decía Brad Pitt en “El Club de la Lucha”.

El apego a lo material es de todo menos bueno, es la ilusión de que las cosas son permanentes, es la resistencia al cambio, la negación de la muerte y la no aceptación de que todo termina algún día. Los objetos nos atan a un mundo de “seguridad y estabilidad” que terminan por ser pesados lastres que no hacen mas que sumergirnos en un mar carente de libertad.

Vives en un mundo en que parece normal aferrarse firmemente al dinero,  a ciertas personas, a recuerdos o a la temida comodidad de tu vida, que hoy percibes como segura. Esa intensa vinculación es la que te condena a vivir como un drogadicto con síndrome de abstinencia, la que corta las alas de tu libertad. Por eso, tu mayor empeño debe centrarse en decir adiós a todo eso que no te deja avanzar, decir adiós a tus apegos es posible.

El apego es una dictadura auto impuesta, un gobierno que te obliga a ser feliz sólo en función de tus posesiones, relaciones o recuerdos. Es evidente que no te puedes deshacer de todo eso pero sí puedes cambiar tu percepción de ello. Piensa que todo aquello que crees poseer es temporal; tu coche, tu dinero, tu pareja, incluso tus hijos no estarán ahí de por vida. Por tanto, el verdadero control de tu vida vendrá cuando dejes que todo eso pase por tu vida sin aferrarte a ello.

Sólo serás libre cuando te liberes de lo que crees que es tuyo.

Disfruta con intensidad todo aquello que se cruza en tu camino, goza de todo ello con plenitud e irracionalidad, vívelo como si hoy se acabase el mundo pero teniendo la certeza de que nada de eso te pertenece para siempre, sin que ello se interponga en tu disfrute del momento.

Desconecta del pasado, lo que pasó quedó atrás y no debes vivir aferrado a «aquellos maravillosos años», que casi seguro no fueron tan buenos como hoy los recuerdas. No es posible avanzar hacia adelante si tu mirada está vuelta del revés. Deshazte de todo aquello que huela a nostalgia, que no hace mas que entristecerte: aquella entrada de concierto de los noventa, los apuntes del instituto o la falda de aquella talla que no volverás a enfundar en tu cuerpo serrano.

Renuncia a tus resentimientos por no haber alcanzado las metas auto impuestas y concéntrate en el esfuerzo y el aprendizaje que sí adquiriste al intentarlo.

Recuerda que el afecto se transforma en obsesión cuando dejamos de concebir nuestra vida sin “esto” o “aquello”, sin la presencia de esas cosas que creemos que son parte de nosotros.

Imagen: Pixabay

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