Una madre llevó a su hijo diabético a casa de Mahatma Gandhi. La mujer estaba desesperada, ya que su hijo era incapaz de dejar de tomar dulces, lo que ponía continuamente en riesgo la vida del pequeño, de apenas seis años. Ésta suplicó a Gandhi que hablase con su hijo y que le convenciera de que dejara de tomar tanto azúcar.
Tras las suplicas de la mujer, Gandhi le pidió que volviera con su hijo al cabo de quince días. La mujer, sorprendida y algo decepcionada se marchó y volvió después de dos semana. Entonces fue cuando Gandhi se dirigió al chaval para decirle: – Chico, deja de comer azúcar-.
Agradecida, pero muy extrañada, la madre preguntó a Gandhi:
– ¿Por qué me pidió que lo trajera dos semanas después?, podía haberle dicho lo mismo la primera vez que lo traje.
Gandhi respondió:
– Hace quince días, yo también comía azúcar.