Hoy vengo a hablar de minimalismo desde un punto de vista holístico. Un minimalismo a nivel mental y emocional.

Tan importante es liberar espacio en tu casa como ganar memoria RAM en tu cabeza.

En plena era de la información, es importante seleccionar en qué ocupamos nuestros recursos mentales.

Qué cantidad de datos almacenamos en nuestra memoria y de qué tipo de información nos alimentamos.

1.Reduce el consumo de información

Todos los excesos son malos, también cuando se trata del consumo de información.

Estamos expuestos de manera constante a todo tipo de mensajes y distracciones.

Vamos en el metro ojeando todo lo que se publica en Facebook, pasamos de un artículo sensacionalista a una campaña de alguna org, pasando por algún meme, y viendo qué amigo cumple años hoy. Un caos.

Es como si una metralleta, cargada con balas de información, nos disparara directamente a la cabeza.

Debemos reflexionar sobre cuánta de esa información aporta algo de valor a nuestra vida y cuánta se limita a robarnos gigas mentales, además de mucho tiempo.

Ya no hay excusa.  Hoy puedes estar perfectamente informado sin necesidad de un televisor.

Apagar la tele es uno de los mejores ejercicios que puedes hacer si quieres ser tú el que seleccione la información que entra por tus ojos y oídos.

No hay nada que canse más que querer estar al día de todo lo que pasa en el mundo, además casi en tiempo real.

Conozco a personas que se pasan el día consultando el periódico digital para estar a la última de cualquier noticia. Soy de la opinión de que, a menudo, la información de última hora es la peor información.

El exceso de información es sinónimo de estrés, es como querer beberse todo el agua de un lago con una pajita.

2.Selecciona el tipo de información que consumes

¿Te has planteado alguna vez qué tipo de información consumes?, ¿qué es aquello que entra a tu mente con tu permiso?

Para tu mente, no es lo mismo escuchar un podcast de historia que ver Gran Hermano 45 (lo siento, desconozco cual es el número exacto de edición).

Si bien la cantidad de información es importante, también lo es la “calidad” de la información que termines asimilando.

Es algo similar a lo que pasa con la alimentación, seguro que te suena aquello de que “eres lo que comes”. Si te alimentas a base de comida rápida terminarás enfermando, con la mala información sucede más o menos lo mismo.

Saber si consumimos información de calidad es bien sencillo de comprobar; ¿qué sientes al terminar de leer un libro que te ha gustado? , ¿qué experimentas mientras ves a dos adultos insultándose?

En ambos casos puedes estar distraído, pero sin duda alguna, una de las dos experiencias es bastante más enriquecedora porque aporta un valor real a tu persona.

Sólo en tu mano está identificar cuál de las dos situaciones es más beneficiosa.


Despeja tu mente para que se relaje y pueda concentrarse en lo que realmente es importante en tu vida.