Ser optimista debería ser una actitud personal activa, enfocada a la resolución de nuestros propios conflictos. Ni todo es tan maravilloso, ni todo es tan malo. Vivimos en un mundo plagado de zonas grises.
Me considero una persona optimista, pero eso no quiere decir que lo vea todo de color de rosa. Eso sería un optimismo idealista del que hay que huir si no queremos terminar borrachos por una sobredosis de exceso de confianza, provocada por una visión muy distorsionada de la realidad.
¡Qué duda cabe que es sumamente beneficioso ser optimista! Ahora bien, ser optimista no significa ponerse una venda en los ojos y sonreír constantemente.
Yo tiendo a verlo todo con cierto optimismo, pero no niego la realidad que tengo delante. Soy optimista realista porque no intento transformar una realidad que es la que hay y que no puedo cambiar. Aún así, sí me empeño en tener una buena actitud respecto a todo aquello que me suceda.
No niego mis problemas, sí busco soluciones con la esperanza de que la situación mejore gracias a mi voluntad de mejorar las cosas, con la mente despejada para contemplar la posibilidad de que la cosa pueda ir mal.
Las soluciones y éxitos del pasado me hacen tener la confianza suficiente en mi mismo, me animan a esperar lo mejor de cada situación, aunque sepa estar preparado para lo peor.
Siempre espero lo mejor, pero me preparo para lo peor.
Un optimista realista busca su éxito a través de sí mismo y cree muy poco en el azar. No sonríe mientras le duele una pierna pensando eso de «no pasa nada, estoy bien». No se engaña con frases sacadas de tele-filmes americanos como «todo irá bien, tú puedes conseguirlo».
Un optimista realista no se engaña con frases sacadas de tele-filmes americanos como «todo irá bien, tú puedes conseguirlo».
Ser optimista es una actitud responsable a la hora de dirigir nuestro propio destino. Es creer en los recursos de los que disponemos para hacer de nuestra vida un lugar más placentero, más cómodo y más feliz.
Es ensuciarse un poco las manos hoy para vivir mejor mañana.
El optimismo es un rasgo que tiende a retroalimentarse. Ser optimista favorece a enfocar con mayor nitidez aquello que nos es adverso, para resolverlo con mayor facilidad y mejor actitud.
Hoy me atrevo a afirmar que el único optimismo beneficioso, aquel que realmente necesitamos para mejorar, es un optimismo realista. Sin vendas en lo ojos que oculten la realidad
Es mejor bajar de las nubes, pisar tierra firme y atreverse a perseguir aquellos objetivos en los que siempre deberemos trabajar si realmente queremos alcanzarlos.
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Considero que ser optimista realista tendría que ser una asignatura en la escuela, al igual que debería serlo la resolución de problemas cotidianos varios para un adulto.
Yo me considero una persona optimista realista, aunque admito que ocasiones me paso al lado idealista y a veces sufro por ello. Como tu dice, ni todo es tan bueno ni todo tan malo, simplemente hemos de encontrar el equilibrio y vivir sin estar todo el pensando en lo peor que puede ocurrir y en lo bonito que serían nuestras vidas con todo solucionado.
La vida es lucha, es aprendizaje y es un camino constante con facilidades y obstáculos a los que debemos hacer frente.
Me ha gustado tu entrada.
Un saludo!
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Hola amiga,
Como bien dices, en las escuelas deberían enseñar más acerca de la resolución de problemas. Es relativamente fácil memorizar datos, fórmulas y fechas pero no lo es tanto desarrollar nuevas habilidades que nos ayuden a resolver nuestros propios conflictos.
Cuando alguien es capaz de llevar las riendas de su vida el optimismo aparece de forma automática, y en ese momento uno ya puede dejar de contarse películas con final feliz.
Muchas gracias por tu comentario y enhorabuena por tu blog: https://secretsofmymindblog.wordpress.com/
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Una semana más me encanta tu post. Me declaro intoxicada de falso optimismo, así no cuesta venirse abajo al topar con la realidad.
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Hola Victoria,
Es fácil intoxicarse de falso optimismo porque estamos rodeados de estímulos que nos empujan a ello. Basta con echar un ojo a algunas redes sociales como Facebook y constatar cuan «felices» hemos sido todos en vacaciones. Es como si nos negásemos el derecho a tener un mal día, algo que en mi opinión, es muy poco natural.
Muchas gracias por tu comentario, ¡un fuerte abrazo!
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